
Una simple parada de autobús en Lima, Perú, ha llamado la atención internacional al mezclar publicidad exterior, diseño urbano y crítica social.
Publicidad que se convierte en mobiliario urbano
Como parte de una campaña de marketing, Pringles transformó una parada tradicional en una experiencia visualmente impactante. Las bancas fueron reemplazadas por asientos curvos que imitan la forma de su icónica papa.
El resultado es una pieza llamativa que, como en toda buena campaña OOH, se vuelve inolvidable para transeúntes y redes sociales.
Arquitectura o estrategia publicitaria hostil
Aunque el diseño es ingenioso, también ha generado críticas. Los asientos curvos impiden que una persona se recueste o se siente cómodamente por mucho tiempo, lo que ha sido calificado por algunos como “arquitectura hostil”.
Este tipo de diseño busca limitar ciertos comportamientos en espacios públicos, como descansar por largos periodos o dormir, generando un debate sobre el verdadero rol de la publicidad en entornos comunitarios.
Contexto local: la marca como punto de referencia
En Lima, muchas paradas de autobús son conocidas por el nombre de negocios cercanos. En ese sentido, una parada que lleva el diseño de una marca no resulta del todo ajena a la costumbre urbana.
Sin embargo, esta intervención de Pringles eleva esa relación a otro nivel: la marca no solo nombra, también moldea y ocupa el espacio.
Entre fotografía y reflexión social
La parada ha sido ampliamente compartida en redes sociales, con visitantes que la ven como una oportunidad estética y divertida. Al mismo tiempo, ha generado discusión en medios y foros urbanos sobre los límites de la publicidad en lo público.
Este tipo de acciones demuestran cómo una pieza de publicidad exterior creativa puede generar no solo notoriedad, sino también conversación.
¿Inspiración o intervención?
Para algunos, esta parada es un ejemplo brillante de cómo las marcas pueden integrarse al paisaje urbano de forma disruptiva. Para otros, representa una intromisión corporativa en espacios que deberían priorizar el bienestar ciudadano.
Como toda buena campaña, genera emociones y divide opiniones. Y ahí radica parte de su éxito.